viernes, 24 de noviembre de 2006

No lo lea, me equivoqué


Yyyyy... La verdad, no sé ni cómo ni dónde, se me ocurrió crear este blog. Ví que algunos de mis amigos y colegas periodistas se crearon uno, y yo como buen copión que soy, decidí seguir ese camino.


Metiendo la pata. ¿Por qué ese nombre tan común para un blog? Digo común, en el sentido de que quién antes no ha incurrido en esa acción. Meter la pata, es sinónimo de equivocarse, de fallar, de no acertarle. De embarrarla, y que de repente todos te queden mirando, y se comienzan a burlar de tí. Y te sientes avergonzado, y quieres poner tu cabeza bajo tierra, cual avestruz que piensa que evade los problemas así.


Meter la pata. Todos alguna vez lo hemos hecho. En el momento, ese derramar la sopa en toda la mesa, o el romper un jarrón de casualidad, o cuando hablaste alguna imprudencia en público y te diste cuenta; estos hechos "paltean", avergüenzan. Es cierto. Pero después te acuerdas, y te da mucha risa el remebrar aquel instante en que simplemente la cagaste, y eras el blanco de todas las burlas.


Meter la pata no debe ser sinónimo de un errar constante. Es cierto, ya sé que me van a decir que no se deben cometer tantos errores; estoy de acuerdo con eso. No la vas a estar malogrando toda la vida. Pero si uno no experimenta, y no falla de vez en cuando, entonces nunca aprende.


Pero es mucho mejor meter la pata algunas vececillas, que no intentar nunca nada. Mejor es esforzarse, caerse y volverse a levantar, que estar sentado viendo cómo se pasa la vida a tu alrededor, y que los demás siguen avanzando. Por eso, hago el homenaje a esta acción (o sea, meter la pata) en la que más redunda el ser humano, colocando ese nombre a este blog. Porque nadie, absolutamente nadie, es perfecto.