lunes, 29 de enero de 2007

¿Bachelet juega para Alan?


Luego de tantas penas, tanto de muerte como futbolísticas, el tema que ha concitado la atención el último fin de semana fue el de un problema limítrofe con nuestro vecino del sur, Chile. El gobierno de la presidenta socialista Michelle Bachelet dispuso en una norma la creación de la XV Región de aquel país, denominada Arica Parinacota, pasando los límites acordados con nuestro país en el Tratado de 1929, quitándonos hasta 35 mil kilómetros cuadrados. Esta irregularidad, que atentaba contra la soberanía territorial peruana, fue anulada inmediatamente por el Tribunal Constitucional chileno, que declaró ilegal esta cuestión, puesto que se transgredía un tratado internacional de límites, ya que tiene carácter perpetuo.

Más allá de la confirmación del orden en que se desenvuelven las instituciones en aquel país, con la decisión del TC chileno, lo cierto es que esto también puede parecer una jugada maestra de Bachelet. A ella no le perjudica ante la opinión pública de su país que haya emprendido esta norma. Al contrario, le puede ayudar a elevar su popularidad; en el inconsciente de los chilenos todavía puede haber un pequeño sentimiento contra el Perú (aunque esto ahora es mínimo, casi inexistente). No se puede pensar tampoco que ella desconocía los detalles de dicha ley, como primera mandataria, es claro que estaba al tanto. Aunque también es posible que no supiera, sabiendo los antecedentes del militarismo de su nación y sus influencias todavía existentes.

Pero además de ayudarse ella misma, se puede deducir que esta acción también es para ayudar al Presidente de la República del Perú, Alan García. Es sabido que se ha contenido el descenso de su aprobación, que ahora está en 57 por ciento (y en provincias en poco más de 50 %), y que necesitaba de un suceso así que produjera algún ascenso en sus bonos.

Este asunto del “robo” territorial, y el comportamiento de la cancillería peruana para solucionar el impasse, de una manera prudente y acertada, pueden ser elementos que realcen la nacionalidad de la ciudadanía, y un sector de ésta se ponga nuevamente del lado del presidente García, quien por cierto, desistió de acompañar en el avión presidencial chileno a Bachelet, a la asunción de mando en Ecuador de Rafael Correa, hasta que se solucione el problema. Este detalle fue mencionado por el canciller José Antonio García Belaúnde, cuando explicó a la prensa los pormenores del incidente, que el gobierno peruano consideró “solucionado”.

Esta reacción de Alan García, añadida a la invitación referida de Bachelet, podría demostrar que habría una cierta complicidad entre ambos, dado que los niveles de aprobación que enfrentan ambos en sus países ha estado en descenso en los últimos dos meses, y se habrían dado “una manito” para que se puedan apoyar. García viene siendo cuestionado en el Perú por no haber cumplido algunas promesas de campaña, y por sostener una supuesta alianza con el fujimorismo. Bachelet, quien tiene casi los mismos niveles de aprobación de su colega peruano, enfrenta la dureza de la oposición de derechas, y el peso de ser la primera mujer que es presidenta en su país.

Si bien es cierto sus gobiernos no enfrentan graves crisis, esta habría sido una “ayudadita” para darle un poco más de estabilidad a sus regímenes. Es sabido que cuando un gobernante mueve el asunto del “nacionalismo” (no el de Humala), su aprobación tiende a subir. Esperemos la próxima encuesta, y si Alan no vuelve con otra de sus locuras como lo de la pena de muerte, quizás suba algunos puntos.

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