martes, 23 de enero de 2007

Que lo investiguen (y no sólo por lo de la corte)


El Congreso de la República ha aprobado una iniciativa de la Célula Parlamentaria Aprista para investigar al ex presidente Alejandro Toledo por el tema del allanamiento del Estado peruano ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en cuanto a los asesinatos de terroristas y presuntos terroristas en el penal Castro Castro en 1992.

Muchos analistas políticos sostienen que esta medida significa una supuesta persecución contra el ex mandatario, y que se está creando “un candidato para el 2011”, en el supuesto de que éste se quisiera presentar a la elección presidencial que corresponde a ese año. Pero estos análisis vienen más de opiniones de personajes de ideas de derecha, quienes están a favor de las medidas neoliberales que aplicara Toledo en su régimen, el cual permitió un gran crecimiento económico, pero a costa de aumentar la pobreza en nuestro país a 50 por ciento. Además, no hay que olvidar las posturas de sus “escuderos”, como Carlos Ferrero y Juan Sheput, quienes lo presentan como si hubiese sido el Ramón Castilla del siglo XXI (la pregunta es dónde está Gustavo Pacheco).

Sin embargo, en la práctica, Toledo, en este momento, no representa una amenaza para el gobierno del doctor Alan García. Si su estilo de gobierno hubiera calado en la población, su partido (Perú Posible) hubiera sacado mucho más que los dos parlamentarios que actualmente tiene en el Poder Legislativo. Durante todo el periodo del líder de la chakana, éste siempre estuvo en duda de poder concluir su mandato, debido a su pésimo manejo político, y el rechazo de entre 70 y 80 por ciento que siempre tuvo en la ciudadanía.

La investigación ya está en curso, pero no es la única que se debería hacer. Hay muchas cosas más que se deben investigar sobre este régimen mediocre, que tuvo todo para sacar al país adelante, y generó un outsider como Ollanta Humala. Muchos olvidan que el partido de Alejandro Toledo debe su existencia en el padrón electoral, gracias a una probada falsificación de firmas con las que se inscribió en el Jurado Nacional de Elecciones hace varios años. Si no, ¿por qué hicieron que una persona clave en el caso, como Carmen Burga, fugara del país cuando se hacía la investigación en el Poder Judicial y en el Congreso?

No se deben olvidar los casos de nepotismo en los que incurrieron varios de sus ministros, como el caso de Doris Sánchez y Jesús Alvarado, cuando fueron ministros del toledismo. El nombramiento de familiares del presidente en cargos estatales, como fue el caso de su sobrina Jessica Toledo. Tampoco se debe olvidar las relaciones de la chakana con el fujimorismo (que tanto critican ahora al gobierno aprista, aunque es un hecho): ¿recuerdan los correos electrónicos intercambiados entre Juan Sheput y la ex parlamentaria fujimorista Carmen Lozada? Por último, no debemos dejar de recordar los vínculos con César Almeyda en sonados casos de malversación, tráfico de influencias y corrupción.

Por todas estas cosas, Toledo debe ser investigado. No fue ningún santo.

Además, basta de presentarlo como si hubiera sido un santo, y su gobierno una perfección completa. Si no, ¿por qué apareció un Ollanta Humala, con un respaldo de 47 por ciento en las urnas? Eso fue porque, definitivamente, esa gran parte de la población protestó contra el orden de las cosas que había dejado Toledo.

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